Cuando algo nos hace sentir distinto, cuando nuestro corazón parece decirnos que vivimos en él y no en la cabeza, cuando superamos los deseos más primarios de la comida y el sexo como placeres “ineludibles” y recanalizamos la energía… ahí empieza el camino de la iluminación. Pero tampoco es un camino. Ni una búsqueda, ni un objetivo. No hay tal camino en la evolución. La vida es un proceso y un estado de armonía. Todo llega a nosotros, sin tener que venir a nosotros. Ya estaba en nuestra esencia. En nuestra individualidad que dormía el sueño de los iguales, en la comodidad de copiar modelos externos. Las religiones pueden ser un primer paso, muy valioso, en la búsqueda de las razones esenciales, pero aún con la mejor intención, son parciales. Nos condicionan a sus dogmas, en el supuesto noble intento de iluminarnos.
Y nos terminan anulando el ser individual y la naturaleza de esta vida, que es disfrutarla y no comprenderla. Todo está bien y en su tiempo y lugar. El frío es una bendición y también el calor. La soledad es maravillosa y, en muchos momentos, lo es la grata compañía. El dinero es un aliado para subsistir y también el peor de los verdugos que, mal manejdo, nos puede adelantar la muerte. El conocimiento, la razón y el intelecto son herramientas reversibles, ya que pueden destruirnos la belleza indefinida de lo mágico.
Estas aparentes paradojas, son las bases de la incertidumbre, materia prima esencial en la que se basa y manifiesta libre la existencia.
No existen las verdades en otro lado al que hay que llegar ni las retiene escondidas un sabio -egoísta- que quiere el honor de ser venerado por revelarlas. Un gran maestro sólo nos saca el peso del lastre que llevamos como mochila por el ego. Esa carga no nos permite ser felices y alcanzar la iluminación. En ese momento sublime todo cambia. Hasta nos puede provocar una sonora carcajada descubrir y aceptar nuestras necedades. Todos somos sabios en potencia, actuando como ignorantes. No hay que estudiar tediosos manuales para aprender a vivir “correctamente”, porque ese propio adverbio es una limitación en sí mismo. Si elegimos sólo lo correcto dejaríamos afuera lo incorrecto. Y ese supuesto error, es una de las contra caras de la perfección del universo. Todo es dual y tiene dos “lados”, como las monedas. Lo sabemos, lo estudiamos, pero parece que no lo aprendimos. Seguimos exigiéndole al mundo que, natural o forzado, sea como nosotros lo deseamos subjetivamente. Por eso, el equilibrio perfecto e incorruptible de la ingeniería cósmica, al no ser aceptado, parece que nos defrauda, con oposiciones, contradicciones, postergaciones. Y ésta es otra lectura que hace la razón, generada por la ceguera y limitación de nuestra cabeza, de nuestros deseos, de nuestra escasa capacidad de comprender a la existencia. Dejémosla ser, sin juzgarla… dejándonos ser, sin frustrarnos. En la quietud y el silencio está, palpitante de acciones y vibración, la más generosa y rica de las vidas. Por eso, si queremos alcanzar algún día la tan ansiada iluminación, recordemos que: Llegar es ser… donde estés.
Oscar Capobianco
Bibliografia : http://www.portalmico.com
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